(Del libro "Los chistes que le contaron al papa Francisco")
En otra de sus hermosas pruebas de humildad, el Papa Francisco ingresa a San Pedro y le dice a uno de los curas que confiesan a Los visitantes que él lo reemplazará anónimamente. El cura, chocho, sale a tomar una cerveza y Francisco ocupa su lugar. Al rato, una mujer muy joven y bonita entra el confesionario y le dice:-Padre es cierto que usted se apellida Bergoglio?-
-Sí, hija mía, antes de ser elegido...-
-Padre, padre, no aguanto más, su apellido me vuelve loca. Qué Bergolio debe tener de usted... Estoy re caliente. Quiero que me agarre, me toque una teta, me tire al piso me haga de todo.-
Francisco empieza a sudar abandona el confesionario y se arrodilla frente a la imagen de Cristo:
-Señor, señor, qué hago?-
Y Jesús le contesta:
-Quítame los clavos, hijo mío, quítame los clavos que te muestro.-
BWAHAHAHAAAHA!
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