Un predicador murió y se fue al cielo. Pero, al llegar, notó que un taxista estaba un lugar más arriba del escalafón. Y se quejó con San Pedro:
-No entiendo; yo pase toda la vida sirviendo a mi congregación, y ese taxista merece un lugar más alto A que se debe?-
San Pedro le explicó:
-Nosotros recompensamos a las almas según los resultados. Diga usted, padre. Que sucedía cada vez que daba usted un sermón? -
El ministro reconoció que algunos feligreses se dormían.
-Justamente.-le recordó San Pedro.-y cuando la gente viajaba en el taxi de este tipo no solo seguía despierta, sino que rezaban además. Resultados, padre, resultados.-
BWAHAHAHAAAHA!
2 comentarios:
¡Ja, ja, ja! Me encanta, está buenísimo.
La verdad, que Pedro tenía razón.
Publicar un comentario