(Microrrelato
perteneciente a "Los hijos de los días", de Eduardo Galeano.)
Sor
Juana Inés de la Cruz, nacida en el día de hoy de 1651, fue la más.
Nadie
voló tan alto en su tierra y en su tiempo. Ella entró muy joven al convento.
Creyó que el convento era menos cárcel que la casa. Estaba mal informada.
Cuando se enteró, ya era tarde, y años después murió, condenada al silencio, la
mujer que mejor decía. Sus carceleros solían prodigarle alabanzas, que ella
nunca creyó.
En
cierta ocasión, un artista de la corte del virrey de México le pintó un retrato
que era algo así como una profecía del photoshop. Ella contestó:
“Este,
en quien la lisonja ha pretendido
excusar
de los años los horrores
y
venciendo del tiempo los rigores
triunfar
de la vejez y del olvido,
es
una necia diligencia errada,
es
un afán caduco y, bien mirado,
es
cadáver, es polvo, es sombra, es nada.”
BWAHAHAHAAAHA!