El gallego caminaba por las cercanías de la catedral de Santiago de Compostela, en andrajos. Estaba sin trabajo. Hacía más de cuatro días que no comía. Acababan de decirle que había muerto su madre en un accidente y que su ex esposa tenía sida.
El gallego puteaba en estéreo:
-¡Cabrones, hijos de puta, me cago en todos vuestros muertos!-
Un cura que pasaba, con mucha unción, le dijo:
-No hables así, hijo mío. Dios te va a castigar.-
-¿Castigarme? ¡Como no me deje embarazado!-
BWAHAHAHAAAHA!
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