(Microrrelato
perteneciente a "Los hijos de los días", de Eduardo Galeano.)
Allá
por el año 960, los misioneros cristianos invadieron Escandinavia, y amenazaron
a los vikingos: si persistían en sus paganas costumbres, iban a parar al
Infierno, donde ardía el fuego eterno.
Los
vikingos agradecieron la buena noticia. Ellos temblaban de frío, no de miedo.
BWAHAHAHAAAHA!
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