martes, agosto 20, 2013

La mano de obra celestial. (Galeano-20 de agosto)

(Microrrelato perteneciente a "Los hijos de los días", de Eduardo Galeano.)
En la sierra ecuatoriana, se alza la iglesia de Licto.
Esta fortaleza de la fe fue reconstruida, con piedras gigantescas, mientras nacía el siglo veinte.
Como ya no había esclavitud, o eso decía la ley, indios libres cumplieron la tarea: cargaron las piedras a sus espaldas, desde una cantera lejana, a varias leguas de allí, y unos cuantos dejaron la vida en el camino de quebradas profundas y senderos angostos. 
Los curas cotizaban en piedras la salvación de los pecadores. Cada bautismo se pagaba con veinte bloques y veinticinco costaba una boda. Quince piedras era el precio de un entierro. Si la familia no las entregaba, el difunto no entraba en el Cementerio: se lo enterraba en tierra mala, y de ahí marchaba derechito al Infierno.
BWAHAHAHAAAHA!

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