-¿Cual es tu religión, hijo?-preguntó el arzobispo de Reims.
-Perdón, monseñor.-replicó Rouchebriant.
-Me siento avergonzado de ella.-
-Entonces, por qué no te vuelves ateo?-
-¡Imposible! El ateísmo me avergonzaría.-
-En ese caso, señor, debería usted convertirse al protestantismo.-
BWAHAHAHAAAHA!
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