(Microrrelato
perteneciente a "Los hijos de los días", de Eduardo Galeano.)
En el idioma arameo, que hablaban Jesús y sus apóstoles,
una misma palabra significaba deuda y significaba pecado.
Dos
milenios después, las deudas de los pobres son los pecados que merecen los
peores castigos. La propiedad privada castiga a los privados de propiedad.
BWAHAHAHAAAHA!
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